Decoración muy masculina con ese aire british caracterizada por su sobriedad pero elegante en el uso de materiales nobles como el suelo de madera oscura, las mesas en color wengué, las sillas, o más bien sillones, de piel marrón oscuro, lámparas circulares con mucha personalidad, sofás rinconeros con telas de motivo espiga.
Bodega climatizada a la vista tras unas amplias cristaleras donde guardan verdaderas joyas mimadas por su sommelier. Carta de vinos espectacular llena de curiosidades como vinos chinos, de Brasil y de otros países inimaginables.
Curiosamente no hay menú degustación sino platos recuperados de la cocina tradicional inglesa con una elaboración y presentación impecable basado en materia prima excelente como pescado ahumado, pies de cerdo pata negra, Aberdeen filet Angus, etc.
Imprescindible pedir el helado preparado al momento. Todo un ritual ante los propios ojos del comensal y como si fueran alquimistas del siglo XXI usan una heladera, una pócima mágica vertida sobre el vaso del aparato, una reacción gaseosa, et voilà ya tenemos el cucurucho preparado para añadirle el topping y customizarlo a nuestro gusto. Recomendable disfrutarlo lentamente y con los ojos cerrados para que el sentido del gusto esté más concentrado y acertado en el descubrimiento de sabores de esta excelsa creación.
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