Su historia se remonta al siglo XIX como un mercadillo callejero del barrio de Justicia, consiguiendo una gran popularidad entre las gentes del barrio, hasta el punto que Pérez Galdós lo cita en la segunda parte de su "Fortunata y Jacinta". Para evitar ese rastro de suciedad y de olor después de un día de mercado el Ayuntamiento de Madrid a mitad del siglo pasado le cedió un solar donde instalar los diferentes puestos de venta de mercaderías. Pero también le afectó la crisis de los mercados con el traspaso de su clientela a los supermercados y grandes superficies impersonales pero con amplitud de horarios adaptados a la jornada laboral de su nicho de clientes de proximidad.
Y renovarse o morir y a este mercado no le ha quedado más remedio que "ponerse las pilas" para que nadie "se le comiera su queso". En la planta semisótano un supermercado de una gran superficie para los adictos a la compra del "super" y en la planta principal los puestos de venta tradicionales: pescado y marisco, carnicería, frutas y verduras, tocinería, quesería, etc. con productos selectos para hacer las delicias de los gourmets más delicados. En la primera planta diferentes paradas sirven platos de cocina japonesa, griega, marisco, delicias de foie, etc. para poder degustar en una barra con vistas a la planta inferior donde sentarse a saborear nuestra selección particular. En la planta segunda una terraza semicubierta donde relajarse comiendo y disfrutando de los días soleados y cálidos. Por la noche funciona como restaurante lounge y a todas horas un lugar único donde disfrutar de un cóctel con vistas a los tejados madrileños. Otro valor añadido de esta plaza de abastos es el poder seleccionar el producto, léase pescado, trozo de carne, o cualquiera de las viandas puestas a la venta, y pedir al tendero la opción de degustarlo en el restaurante de la segunda planta.
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